En el mes de septiembre se presentan las más anheladas fiestas de España. ‘els bous embolats’, o bien, toro embolado, es el nombre de una de las exhibiciones taurinas presentes en Castellón.
A través de un conjunto de bolas de fuego que se encargan de encarecer el ambiente, el toro se convierte en un protagonista sin igual del evento. Se caracteriza, de igual forma, como un arte propio que hace referencia a las acciones más relevantes de la comunidad.
¿Cuáles son los orígenes del toro embolado?
Su origen tiene conexión directa con la ‘simbología solar taurí’. Con la finalidad de encender en la noche los engrasados prehistóricos, que eran colocados sobre los toros, se solía celebrar las fiestas jubilares propias de las tribus. A pesar de provenir del Neolítico, es aún la tradición que se mantiene en distintas regiones españolas. La renovación y fecundidad son los orígenes de estos ritos.
El fuego y el toro son la representación más evidente, dentro de los estratos antropológicos, de los diferentes ritos, propios de la renovación y la fecundidad. El animal, dentro de las ideas claves genésicas, era ofrecido para proseguir con ciertas variaciones de la vida en la próxima primavera. Esos actos son evidencia del neolítico.
De hecho, solían mostrar valor y destreza relativo a la casa de los toros. Una de las muestras más significativas eran las pinturas rupestres que datan desde 6.000 a 1.500 a.C. En ellas se contempla una variabilidad de caza y rituales sobre animales y toros. Albacete es una localidad española que se asocia, de forma significativa, con las campañas bélicas previstas por el cartaginés Aníbal, quien se ocupó de incorporar un conjunto de mercenarios íberos que estaban de la mano de dos mil toros.
Los momentos donde es festejado la tradición del toro embolado suele ser en plena noche o en el atardecer. A través de barreras suelen acotarse las salidas de manera que se evite el toro pueda derribarlas. Los participantes del festejo, adquieren un refugio que les propicia la percepción de estar de lleno en el espectáculo.
En una plaza, normalmente, es colocado un pilón. Seguidamente, se identifica el toro, quien suele estar en un corral o encima de un camión. Al pilón se le pasa una soga que se liga a las astas del toro. Después que el toro se tenga junto al pilón se procede a colocar una pinza en la soga para impedir que el animal se enrolle o se lastime. Una vez el toro se tenga junto al pilón se procede a colocar una pinza que agarra la soga y evita que ésta retroceda. Al cerciorarse que el animal está fijo, se procede a insertar los herrajes en el embolado. A pesar de esto, y en muchas ocasiones, los toros tienen e montaje a punto.
Es fundamental que el herraje sea adaptado al pitón del toro. Estos llevan dos abrazaderas que están sujetadas de forma firme. En el momento que el herraje está colocado se procede a prender fuego a las bolas para la cuerda se corte con un chuchillo y el toro quede libre.
¿Cuál es la percepción de general de los toros embolados?
Relativo a la opinión general, los toros embolados defienden que ‘el toro no experimenta los daños que se suponen’. La Comunidad de Valencia, es de hecho, la que presenta más variaciones en los toros de alquiler. En una misma semana se ha encontrado que más de un toro ha tenido papel protagónico en la exhibición taurina sin algún inconveniente que pudiese afectarle de forma negativa.
Es una representación evidente del proceso. El animal es sometido a un conjunto de entrenamientos, muy riguroso. La idea, por supuesto, es hacerlo actuar en lo posible sin que éste sufra. Una analogía propia a este segmento correspondería al atleta. El toro sería uno. Una vez que participa en el festejo debe proceder a descansar puesto tienden a correr un maratón.
El fuego, que está situado a cierta distancia del animal, no suele ocasionar heridas. Por supuesto, esta es la opinión que poseen la mayoría de los que se encargan de la tarea de embolar. Indiferentemente de ser derivado de la opinión pública, quien considera que el resultado es diferente.
Legislación y nexos con el festejo
Pretendiendo recapitular en ser un artículo informativo, no de carácter sensacionalista. Hacemos hincapié en que este festejo se acopla, de forma aún más directa, a los ideales de cada individuo, quienes tienen participación no solo asumiendo el papel de embolar sino también como espectadores.
Las legislaciones españolas, en vista de que se comprende por distintas regiones autónomas, pretende aplicar sus propias reglamentaciones sobre el estado de los toros y la manera de llevar a cabo los procesos. De hecho, los espectáculos tradicionales con toros forman parte del eje central de las celebraciones que se acoplan a un adecuado número de pobladores de Cataluña. Dicha región es una de las más activas en el uso de toros para llevar a cabo intereses en materia de entretenimiento.
Los entes gubernamental están teniendo foco en la tauromaquia. No proponen erradicar la tradición, sino controlar ciertos preceptos relativos a la misma. La idea, por supuesto, es mantener la esencia cultural de las regiones españolas, en especial aquellas donde está más arraigada, puesto, al fin y al cabo, representan un impulso a un segmento estratégico de la economía.
El uso de material de situación tan mortífera, como en caso del fuego, no es tiene una connotación favorable. En especial las organizaciones dedicadas a la protección animal. Tampoco el acto de derribarlo, donde impera, por supuesto, la agresividad. No es de extrañar que se hagan modificaciones en la forma de llevar a cabo estos procesos. Estableciendo reglamentaciones que pretendan ayudar a preservar el estado del animal, sin desaparecer la esencia cultural que manifiesta los preceptos e historicidad neolítica del país.
El toro embolado es una tradición que sufrirá, por exigencias de una era moderna, cambios considerables en la manera de llevar a cabo los procesos. A través de reglamentaciones y otras variantes se espera ‘humanizar’ el sector.